jueves, 28 de junio de 2007

García Márquez, Vargas Llosa y la historia del ojo morado



Es una foto histórica de uno de los episodios más curiosos en la vida de dos grandes protagonistas de la literatura latinoamericana. La historia, ocurrida allá por el 14 de febrero del ´76, tiene varias versiones porque en verdad ni García Márquez ni Vargas Llosa ni sus respectivas mujeres han contado cuál fue la razón de la reacción furibunda, salvaje, del autor peruano de La ciudad y los perros, contra el colombiano de Cien años de soledad.
El autor de la fotografía es el colombiano Rodrigo Moya, naturalizado mexicano y amigo de familia de García Márquez. Moya guardó la foto durante 31 años y recién este año consideró correcta su publicación. Fue difundida por el diario mexicano La Jornada y el italiano La Repubblica.
Los rumores hacen suponer que el conflicto se habría sucitado una noche en que numerosos intelectuales se habían congregado en un cine de ciudad de México para asistir a la proyección de La odisea de los Andes, el filme que narra la aventura del grupo de uruguayos que estuvo 72 días entre las nieves de la cordillera de los Andes y que practicó el canibalismo para sobrevivir.
Al terminar la película hubo un momento mundano, con copas y canapés. García Márquez, que estaba acompañado por su mujer, Mercedes, divisó al amigo Vargas Llosa. Se dirigió a abrazarlo. Alcanzó a decirle sonriendo: "Mario..." y recibió el tremendo puñetazo, un derechazo entre el ojo izquierdo y la nariz. Vargas Llosa le gritó. "¡Cómo te atreves a venir a saludarme después de lo que le hiciste a Patricia en Barcelona!"
Con una abundante hemorragia, entre los gritos y algunos sollozos de las damas presentes, sentado en el suelo, perplejo por lo que había ocurrido y no terminaba de entender, Gabo fue socorrido de inmediato.


Aparentemente no hubo razones políticas en la agresión del peruano, que se había volcado a la derecha liberal mientras García Márquez permanecía fiel a la izquierda y a su estrecha amistad con Fidel Castro. Increíblemente, el asunto vendría por el lado de las polleras ya qué al tiempo se comentó que Vargas Llosa había abandonado a su mujer Patricia y a sus dos niños para correr detrás de una estupenda joven sueca. Los dos matrimonios vivían en Barcelona y Patricia buscó consuelo en sus amigos. Los García Márquez le habrían aconsejado la separación legal. No se sabe bien qué pasó, pero cuando largó a la sueca y se reconcilió con Patricia, que le contó con pelos y señales sus diálogos con los García Márquez, algo ofendió terriblemente a Mario Vargas Llosa.
¿Fue así la historia de la más famosa pelea en la historia de la literatura latinoamericana? Misterio. "Dejemos el tema a los historiadores", dijo hace poco Vargas Llosa. García Márquez no habla del asunto.
Para la última edición de cien años de soledad, Vargas Llosa autorizó a que se publique como prólogo el extracto de Historia de un deicidio, el ensayo que escribió sobre el libro de su entonces amigo en 1971.


¿Será ésta una señal de reconciliación?



Gabo y Marito, antes de la pelea, cuando todavía eran amigos y compartían copas y cigarros mientras hablaban sobre vaya uno a saber que....


El maestro...



Creo que hay que leer a Cortázar. Siempre. Sus cuentos son la pintura genial del sueño de seres improbables, llenos de ternura, ausentes, mágicos. Son la síntesis mejor de la literatura y son también la oportunidad de aproximarse a su capacidad para crear con las palabras una atmósfera que se parece a un viaje interminable en el que él nos conduce con su mano maestra. Dijo alguna vez don Mario Vargas Llosa: "En los libros de Cortazar juega el autor, juega el narrador, juegan los personajes y juega el lector, obligado a ello por las endiabladas trampas que lo acechan a la vuelta de la página menos pensada".


Propongo hacer una lista con los 5 mejores cuentos de Cortázar a consideración de cada uno... haber si se copan che... estos son los míos:

El perseguidor
Cartas de mamá
Casa tomada
Torito
Las manos que crecen



Por veredas de sueño y habitaciones sordas
tus rendidos veranos me acechan con sus cantos
Una cifra vigilante y sigilosa
va por los arrabales llamándome y llamándome
pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta
Dónde están tu nombre y tu calle y tu desvelo
si la cifra se mezcla con las letras del sueño
si solamente estás donde ya no te busco